La Ruta del Vino de la Manchuela exhibe las riquezas de esta región del oriente de la Península Ibérica, cuyos rasgos van mucho más allá de las fronteras castellanomanchegas. Si de autenticidad, arquitectura, enogastronomía, cultura y patrimonio corresponde hablar, La Manchuela tiene mucho para dar.
La Manchuela es única desde varios puntos de vista; empezando por los rasgos geográficos o naturales, que la definen y delimitan y, acabando por los culturales y humanos.
Esta comarca que nace entre las provincias de Albacete y Cuenca, ha sido conformada por dos profundos valles fluviales, distintos entre sí, y una multiculturalidad, producto de una colonización relativamente tardía en zona "fronteriza", que la hace tan manchega como mediterránea.
Es una tierra escondida entre dos abruptos accidentes geográficos como son sus ríos que confluyen en forma de V.
La Balsa de Ves, su municipio más oriental, se localiza a apenas 70 km en línea recta de la costa . La brisa marina sumada a su altitud media (700metros sobre el nivel del mar) enriquece sus viñedos de carácter y personalidad. Su variedad de uva autóctona refrenda estas características genuinas: La Bobal.
La Ruta del Vino de La Manchuela tiene como uno de sus principales objetivos promover los valores propios de esta singular localización española.
Si bien es cierto que esta región, que sirve de escenario para La Ruta del Vino de La Manchuela está anclada en Castilla-La Mancha, no es menos cierto que muchos de sus pobladores tienen orígenes en regiones del norte y del este de España, con lo que mediterráneo ha jugado un papel fundamental en la historia de este terruño, que exhibe a su gente y su idiosincrasia con absoluto compromiso con el entorno natural, pues de él, devienen todas sus riquezas y fuentes de ingreso.
Regiones españolas como Aragón, Cataluña, Navarra y Andalucía, también han dejado en La Manchuela una esencia humana que a día de hoy se exhibe en los rasgos culturales. Ni tan manchego, ni tan conquense, ni tan mediterráneo; es una perfecta sinergia de todos estos rasgos cuya confluencia, como las aguas de los ríos Júcar y Cabriel, desembocan en un carácter tan especial como digno de conocer, y La Ruta del Vino de La Manchuela, es una perfecta ocasión para hacerlo.
Uno de los objetivos de La Ruta del Vino de la Manchuela es resaltar los atributos vitivinícolas, pero también los históricos y culturales. Si algo pueden exhibir los hijos de estas tierras son tradiciones que denotan trabajo, esfuerzo, dedicación y disciplina de campo como principal elemento de enfoque. Los hijos de La Manchuela han estado identificados gracias a su compromiso y emprendimiento admirado por los pueblos vecinos y que han logrado que productos, como el vino, hayan alcanzado su denominación de origen por su sabor y calidad.
Un aproximado de 72.674 habitantes despiertan cada día para hacer de La Manchuela y de La Ruta del Vino de la Manchuela una marca turística que ya comienza a formar parte del patrimonio intangible de España, pues ayudan a exaltar la cultura vitivinícola tan característica de esta zona de Castilla-La Mancha, pero también los bienes materiales y tangibles cobran importancia en esta comarca.
Si algo tiene una importancia histórica y turística es el sistema de castillos, palacios y arquitectura defensiva. Entre ellos destacan el Castillo de Alarcón, el Castillo de Alcalá del Júcar, así como el Castillo de Carcelén, el Castillo de Enguídanos o el Castillo de Ves. Por su parte las Murallas almohades, en Jorquera, capital histórica de la parte sur, también se convierten en un referente a visitar por los turistas, tan interesante como el Palacio del Concejo, en Alarcón o la Plaza Mayor de Villanueva de La Jara, con edificios renacentistas como el Ayuntamiento y La Posada Massó, ambos declarados Bien de Interés Cultural.
De igual forma, la arquitectura religiosa cuenta con un acervo de suma importancia que es resaltado por La Ruta del Vino de la Manchuela. Las iglesias de Santa Trinidad, de Santa María, la Iglesia-Auditorio Santo Domingo de Silos o la desacralizada de San Juan Bautista, hoy museo con frescos patrimonio de la UNESCO, todas ellas en Alarcón; de las Nieves, en Cenizate; de Nuestra Señora de la Asunción, en Jorquera; de Nuestra Señora de la Asunción, en Villamalea; de Nuestra Señora de la Natividad, en Alborea; de Santiago, en Fuentealbilla; entre otras, así como las Parroquias San Andrés Apostol, en Carcelén y San Bautista, en Alatoz son un punto obligado para muchos visitantes.
Otros lugares para visitar en La Manchuela son el Consistorio Villa Enriqueta, en la región de Villanueva de la Jara, la Plaza de toros de Alcalá del Júcar, una de las más antiguas y curiosas de la península ibérica, dada su forma irregular ovalada, que se asemeja a un estadio romano de la época de los gladiadores; el Puente Torres y las calzadas romanas de Valdeganga o la Torre de telegrafía óptica en la zona de Graja de Iniesta. Espacios que sintetizan de una manera espectacular los aportes arquitectónicos de esta región por donde surge La Ruta del Vino de la Manchuela.
De esta manera La Ruta del Vino de La Manchuela se convierte en una excelente oportunidad para conocer no solo de vinos, sino también de la historia, la cultura y la forma de ser de cientos de personas cuya premisa de vida gira en torno al trabajo del campo para enaltecer la reputación vitivinícola de la región y de toda España, de cara al mundo entero.
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